Tal vez pocos ancianos de venerable presencia se acuerden
del Tranvía que antaño hacía su recorrido del frente del Templo Parroquial de
la Asunción a la Estación del Ferrocarril, sobre rieles y tirado por mulas.
Aquel tranvía de invierno con sus cortinas y lámparas de petróleo como alumbrado
jalando sus plataformas.
Posiblemente haya quienes conocieron a D. Benjamín Zermeño
quien estuvo al frente de la empresa y que al morir se la dejó a Da. Rebeca
Zermeño de Maldonado. Fueron muchas las personas que allí prestaron sus
servicios: D. Cuco Ávalos Jiménez; D. Diego Hernández; D. José María Macías, D.
Ramón B. Reyes, conocido como “El Ipiranga”; D. Pantaleón Jiménez; D. Pancho
Gómez y D. Hilarión, El Gûero Villalobos.
Esta empresa nació en la penúltima década del Siglo XIX como
urgente necesidad a la llegada del Ferrocarril Central a Lagos; con lo que la
población quedaba unida a la Capital de la República y la frontera Norte con
Estados Unidos.
Fueron promotores y socios para la instalación de este
importante servicio en aras del progreso laguense, cuyo nombre original fue
“Tranvía Central de Lagos”, D José Rincón Gallardo y D. Camilo Anaya; hombres
de empresa y con inquietudes de futuro para este lugar; quienes solicitaron al
Congreso del Estado, la LICENCIA para la instalación y explotación de este
servicio, con las siguientes consideraciones:
“1º.- Exención de los derechos que cause la introducción del
material que se necesite para la construcción del Ferrocarril Urbano de Lagos.
2º .- Exención durante cincuenta años de toda clase de
contribuciones establecidas o por establecerse por su explotación.”
Dado que la solicitud de la realización del proyecto
mencionado apoyaba el desarrollo económico que se vislumbraba por doquiera, la
H. Comisión de Hacienda encargada para estudiar la pretensión de los
solicitantes, careció de discusiones, dando su aprobación a través del Decreto
siguiente:
“Francisco Tolentino
GOBERNADOR CONSTITUCIONAL DEL ESTADO DE JALISCO, A LOS
HABITANTES DEL MISMO, HAGO SABER:
Que por la Secretaría de la Legislatura se me han comunicado
los siguientes decretos:
“Núm. 15. ---El Congreso del Estado, decreta:
ARTÍCULO ÚNICO. Se adopta para el Estado de Jalisco el
“Código Civil del Distrito Federal” y comenzará a regir el 16 de Septiembre del
corriente año.
Salón de sesiones del Congreso del Estado. Guadalajara,
abril 24 de 1883.---Joaquín Martiarena, diputado vicepresidente.---Ventura
Gómez Alatorre, diputado secretario.---Antonio Monroy, diputado prosecretario.”
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“Num. 16.- El Congreso del Estado, decreta:
Art. 1º. Se autoriza a la Compañía denominada “Tranvía
Central de Lagos” para que introduzca libre de derechos todo el material fijo y
rodante que necesite para la construcción de un Ferrocarril del Centro de
aquella población, a la estación del “Central.”
Art. 2º. Esta Compañía está exenta de toda clase de
contribuciones establecidas y por establecerse, por término de veinte años.
Art. 3º. Se aprueban los Estatutos y tarifa que bajo los
legajos nums. 2 y 3 quedan agregados al expediente respectivo.
Salón de sesiones del Congreso Del Estado. Guadalajara,
Abril 24 de 1883.- Joaquín Martiarena, diputado vice-presidente.- Ventura Gómez
Alatrorre, diputado secretario.- Antonio Monroy, diputado pro-secretario.”
Por lo tanto, mando de impriman, publiquen, circulen y se
les dé el debido cumplimiento. Palacio de Gobierno del Estado. Guadalajara,
Abril 30 de 1883.
Francisco Tolentino. Mariano Coronado, secretario.”
El Tranvía tenía frente al templo de Nuestra Señora de la
Luz un cambio de vía; y muchas veces, cuando no traía pasajes suficientes, de
allí se regresaba.
¿Cuánto cobraba por sus servicios?
Cuando recién lo instalaron, estas fueron las tarifas:
En horas ordinarias cobraban por todo el trayecto, seis
centavos; y por mitad del mismo, tres. Por servicio de algún bulto en la
plataforma, un centavo y según el espacio que ocupara, hasta tres. En horario
extraordinario, porque había familias o señoritos que los fines de semana,
subían algún músico o grupo de cuerdas y se iban a pasar la tarde y parte de la
noche a la Estación, entonces cobraban el doble o según el tiempo que
necesitaran el servicio. Los niños menores que no ocupaban asiento no pagaban.
Las mercancías de las tiendas, por bultos hasta de cien kilos, pagaban hasta
noventa y seis centavos.
Ya en el Siglo XX pasada la etapa revolucionaria, se
cobraban diez centavos por pasaje. Este servicio de comunicación urbana
laguense dio servicio poco más de cincuenta años, pues se suspendió en la
década de los años treintas.
Fuente: Profr. Ezequiel Hernández Lugo.