16 junio, 2018

El origen de los helados Danesa 33 ¿los recuerdas?

Una de las heladerías más famosas de la década de los 80´s fueron sin duda los Helados Danesa 33, Todo comenzó cuando el señor Francisco Vega Padilla o Don Paco Vega decidió emprender con un pequeño negocio de helados en el pueblo mágico jalisciense, por lo que el éxito no tardó en llegar debido al gran sabor que conquistó a los clientes, por lo que comenzaron a abrir más franquicias a lo largo del estado, siendo las más famosas las sucursales de Guadalajara.



Danesa 33 se posicionó muy rápidamente y siguió creciendo hasta convertirse en una franquicia a nivel nacional.Fue conocida por su famosa frase “Una bola de sabor” además ... a todas sus sucursales con una enormebola azul giratoria con el número 33.

Cabe recordar al señor Alfredo Ortiz, quien era gerente general. Esta marca comerció también quesos y yogures y fue creciendo hasta que logró tener el 90% de las franquicias de helados en México. Pero aunque don Paco Vega conserva todavía el negocio de los lácteos, Sin embargo, la competencia con otras famosas cadenas de helados no tardó en llegar y fue en 1988 cuando vendió la Danesa 33 a la Nestlé.

A partir de ese momento, Danesa 33 se convirtió en un recuerdo que hasta la fecha perdura en la memoria de los clientes quienes iban por las famosas nieves como napolitano, frambuesa, chocochip, pistache y más, también las promociones de los cascos de fútbol americano.

Y, hay que recordar, de su venta al público, por boulevard Félix Ramírez Rentería justo al cruzar las vías del tren, sólo quedan las ruinas de una de esas icónicas estructuras de sombreros holandeses.

03 junio, 2018

El grupo ‘Los Broncos’


El grupo ‘Los Broncos’ fue fundado en 1942 por el general Pablo Martínez, quien falleció en 1983.


Ignacia y Guadalupe Martínez Jiménez, mejor conocidas como “Las Nachas”, son un ícono de la danza en Lagos de Moreno al ser las encargadas del grupo “Los broncos”, una de las danzas más antiguas y representativas de la ciudad.

Oficialmente la danza fue fundada en el año de 1942 por su padre, el general Pablo Martínez, un indio sonorense que por azares del destino encontró el amor en Lagos de Moreno, en donde decidió quedarse a radicar.

Ignacia y Guadalupe, quienes tienen cerca de 85 años, relatan que su padre viajaba de Sonora a San Juan de los Lagos cada año, con el objetivo de visitar a la virgen para agradecer los favores recibidos durante el año.

Al caminar a San Juan, Lagos era un paso obligado y fue ahí en donde conoció a la señora Leandra Jiménez, con quien posteriormente se casaría y tendría 12 hijos.

Entre recuerdos y nostalgias, ambas hermanas aseguran que su padre les contaba que desde pequeño tenía un gusto muy arraigado por la danza, y bailando en una y otra fue enseñándose y adquiriendo los conocimientos que más tarde se dedicaría a compartir primero con su familia, y luego con los interesados en la danza.

“Supo que se estaba levantando una danza en el Pueblo de Moya y pues anduvo ahí ayudando al que la estaba levantando, y ya luego que supo que la levantaron se retiro”, indicó Ignacia Martínez.
Posteriormente la familia adquirió un terreno, cerca del Campo Deportivo, en donde actualmente viven, y fue cuándo comenzaron a fundar la danza “Los Broncos”.

“Luego que supieron que él iba a levantar la danza se fue uniendo gente de La Estancia, San Antonio, Chipinque, San Isidro, Granadillas, de varios lugares”, recordó Ignacia.

Indican que la danza comenzó con un aproximado de 48 personas, en su gran mayoría adultas, la voz se fue corriendo y la gente se iba acercando al proyecto.

“Era la única, no había nada de danzas y se llegaron las Fiestas de Agosto, me acuerdo que fue la primer bailada que dimos, y pues ahí vamos, a las 4 de la mañana allá estábamos en el templo”, comentó Ignacia.

“Se dio cuenta la gente que mi papá ya tenía la danza y pues ya subíamos y bajábamos acompañando al Señor”, recordó. Aseguró que desde entonces siempre han acompañado a Nuestro Padre Jesús en la Subida y Bajada.

Así, toda la familia se fue involucrando y enseñando a danzar, posteriormente, en el año 1983, cuándo Pablo Martínez fallece, Ignacia y Guadalupe toman las riendas de la danza.

Desde entonces ellas se han dedicado a enseñar y dejar rastro de todo lo que aprendieron de su padre, teniendo a la fecha grupos de danza que han surgido de la original.

“Estamos dejando danzantes, entran a danzar y luego se salen y ya resultan con la danza, y bueno pues échenle ganas ya que nosotros no podemos caminar, pues adelante ellos”, dijo Ignacia.
Traspasan fronteras

Inclusive existe un grupo llamado “Danza Los Broncos, segunda generación”, en Phoenix, Arizona.
“Fuimos a darle a un sobrino los primeros trajes de danza, porque allá se formó otro grupo que se enseñó con nosotros”, indicó una de las hermanas.

Ignacia y Guadalupe han crecido y vivido para dedicarse a danzar, ya que para ellas no es un negocio, ni un hobby, sino que es parte de una tradición que le han ofrecido a Dios durante 74 años de trayectoria de “Los Broncos” en Lagos de Moreno.

“La danza significa hacerle un sacrificio a Dios nacido de nosotras mismas, es una tradición, la danza no es negocio, es una tradición que seguimos y le ofrecemos a Dios de corazón”, dijeron las hermanas.

Fuente: Alejandra Espinosa- Am


04 mayo, 2018

Juegos Florales.


Les comparto esta joyita que Don Pedro Antuñano compartió el premio de los Juegos Florales de 1903 que se le otorgo a Don Francisco González León dentro del panel celebrando los 150 años de su natalicio.. Lagos de Moreno 13 de Septiembre 2012.

14 abril, 2018

Leyenda de la Calle Las Reas.


Muchas personas preguntan que quiénes fueron las Reas y qué merecimiento tuvieron para que una de las calles del barrio alto de La Otra Banda lleve su nombre. Y tienen razón, pues hace tantos años que habitaron en dicha calle, que ya muy pocas personas saben quiénes fueron, y eso por pláticas que oyeron de sus antepasados.



La casa habitación de Toñita y Petrita Rea lindaba con la extensa y hermosa huerta de don Pedro Cabello, que más tarde se convirtió en el terreno ahora conocido por “Pémex”. Dicha casa era huerta y jardín, pues bajo frondosos chabacanos, duraznos y limoneros, florecían las tímidas violetas, los perfumados capullos de alhelí, las margaritas, y no podían faltar los nardos. En la parte más alta del terreno estaba el pozo, que por medio de un bimbalete y rectas acequias, llevaba el agua crstalina a los surcos y arriates donde florecían los setos de rosa té y los jazmines de Oriza.

Don Moisés Vega Kegel habla de esta hermosa casa jardín, en una bella descripción que publicó hace años en Jueves de Excélsior.

Pero la celebridad de estas señoritas no vienen de la bucólica hermosura de su huerta, ni del virtuosismo que alcanzó Toña tocando la mandolina, acompañada de una amiga y vecina con la viola. Al oírlas sus llegados ejecutar con sentimiento y maestría lo mismo los sentimentales valses mexicanos que las polkas y pasodobles que fueron tan populares en esos tiempos, las empezaron a invitar para que amenizaran las fiestas familiares de los barrios cercanos a su domicilio. A este famoso dueto, se unió una amiga llamada Brígida, que, a pesar del nombre que le dieron sus ingratos padres, era dueña de una voz tan sublime, que ya la hubiera querido una diva para cantar en un día de fiesta. Sin pena y sin gloria hubieran pasado estas mujeres a pesar de sus aptitudes como ejecutantes de las más bellas melodías de sus tiempos, por las que habías ganado el aprecio y aplausos de sus conciudadanos, pero el destino quiso inmortalizarlas por medio de una maligna aparición.

      A fines del pasado siglo, llegó a esta tierra un novedoso y bonito vals titulado “Daría el cielo por un beso”. Era tan delicada su música, y su letra tan llena de metáforas amatorias, que a los pocos días de su llegada a Lagos no había muchacha que no la cantara cuando regaba sus macetas o componía las jaulas de sus canarios. El dueto Rea no podía dejar de incluir en su repertorio ese vals, que por bello era comparado con los que venían de la lejana Viena.

     En algunos púlpitos se levantaron airadas voces contra el blasfemo título.Pues decían-no sin razón-los prudentes varones que cómo iba a ser posible que por la lujuria de un beso, se cambiara la eterna bienaventuranza, y que eso era el colmo de la impiedad. Pero a pesar de las viejas raíces cristianas que siempre han privado en nuestra comunidad, los laguenses siguieron valsando y cantando la bella tonada.

     Una cálida tarde del mes de abril, fueron invitadas las señoritas Rea a amenizar un sarao que hubo por el Callejón del Beso, unas calles arriba de la plaza de García, el cual terminó como a las 9 de la noche. La luna lucía sus mejores galas. Por tal motivo se atrevieron las señoritas Rea a irse caminando a su domicilio. Tenían que pasar frente al Jardín Grande, cuya tupida arboleda vertía numerosos arabescos de sombra en los prados. Sólo a través de las ramazones se filtraban destellos lunares que ponían en las rosas toques marfilinos. De pronto vieron las Rea a una dama y a un caballero lujosamente vestidos, que llegando al pórtico del jardín les pidieron con buenas razones le tocaran “Daría el cielo por un beso” (algunos decían que pidieron” Después del baile”, pero la mayoría decía que fue el primero se dijo). Ellas en un principio se negaron, ya que no acostumbraban tocar en la calle, pero era tan linda la dama y tan gentil el galán, y con tan comedidas palabras lo pidió, que al fin accedieron. A los primeros acordes, la feliz pareja se deslizó como si estuvieran en un salón de Schonbrunn. Puede uno imaginar la maravillosa escena, la magia del momento, el encanto de la música y aquella pareja girando como un halo en el mosaico de sombras que hacían en el piso las ramas de los fresnos centenarios. Como extasiados los contemplaban las Reas, sus dedos arrancaban de sus instrumentos musicales los sonidos más dulces, las tesituras más sublimes que jamás ellas soñaran. Pero en una vuelta se acercaron los bailarines a las ejecutantes y una de ellas miró hacia los pies de la joven pareja, descubrió con horror que el mancebo tenía pesuñas en vez de pies. Lo hizo notar a su compañera y ambas invocaron el nombre de Dios y de su santa madre y al instante la pareja desapareció. Esta fue una leyenda de las más arraigadas en las tradicionales laguenses, y con la que las Rea pasaron a la inmortalidad.

07 abril, 2018

Don Miguel Leandro Guerra

El benemérito presbítero Don Miguel Leandro Guerra, Nació En la Hacienda de Santa Bárbara (hoy exhacienda de Castro), Municipio de Lagos de Moreno, el 28 de febrero de 1769, hijo de Don Miguel Jacinto Guerra y de Doña María Gómez Portugal.

Fue fundador, mediante legado de sus bienes, de los Liceos que llevan su nombre. Estos planteles se fundaron de conformidad con la disposición testamentaria que otorgó el donante, en México, 19 de Abril de 1834, ordenando  que sus bienes fueran destinados a protección de los pobres y a la fundación de planteles educativos tanto para la enseñanza de las primeras letras, como para todos  los ramos de la agricultura teórica y práctica. La teórica se seguiría en Lagos y la práctica en la Hacienda de Santa Bárbara, cuyo plan de estudios estaría basado en el método del abate Rossieu. Además, deberían establecerse enseñanzas de diversas artes y oficios.

Previendo el ilustre donante que sus bienes no tendrían buen fin, dispuso en el mismo testamento que: "Si por cualquier caso, sea el que fuere, y por parte de cualquier persona o personas, corporación o Gobierno, se embarazase esta fundación, o ya erigida se pretendiera cambiarse de cualquier manera que sea, es mi voluntad que se vendad inmediatamente todos mis bienes, sin que quede nada de invertido, y el producto se invierta sin detención ninguna en limosnas que se repartirán en este orden...hacía donación a sus herederos y familiares pobres y obras privadas de caridad."

El Padre Miguel Leandro Guerra fallecería el 10 de octubre de 1835.Dos de los albaceas del Padre Guerra, el señor Cura Don Rafael Larios y el licenciado Don Vicente Calvillo, sea por dificultades que previeron en la creación de la Escuela de Agricultura, ordenada en primer término, o inspirados por el deseo de abrir paso a la niñez en la carrera eclesiástica, idea dominante en aquella época, abrieron en los años de 1844 a 1846, una cátedra de latinidad regenteada por los Presbíteros Jorge Romo de Vivar y Don Alejandro Gómez de Portugal. Se establecieron escuelas primarias para niños de ambos sexos.

Siendo Presidente del Ayuntamiento el Sr. Lic. Camilo Anaya y Torres, procedió -el 15 de Enero de 1869- a darle nueva organización y obtuvo el Gobierno, por conducto del Lic. Albino Aranda, el local del ex-convento de las Capuchinas que fue donado por el Presidente de la República, el Lic. Benito Juárez. Se nombró Rector a don Cirilo Gómez Mendívil y los siguientes catedráticos: De Historia y Biografía, al Dr. Agustín Rivera y Sanromán; De Gramática Latina, al Sr. Lázaro Torres; De Gramática Castellana, al Sr. Eliseo Rico; de Aritmética, Álgebra y Geometría, al Sr. Vicente Veloz; de Teneduría de Libros, al Sr. Refugio González; de Francés, al Sr. Justino Frade; de Dibujo Lineal y Gimnasia al expresado rector y de Música, al Sr. Ramón H. Iriarte.

Como miembro del Ayuntamiento, el Sr. Dr. Don Antonio Barajas Informó -en 1876- del mal estado de las cosas en los planteles y vino un período estacionario entre los años de 1880 a 1888, bajo nueva Dirección, en cuyo término cursaron facultad menor, cerca de 50 alumnos, sin contar con las Cátedras de Dibujo y Música.

De 1888 a 1889 tuvo una época de brillante actuación al frente de los Liceos, el Dr. Don Alejandro Martín del Campo, logrando mejorar los planes educativos.

Debido a la fundación de estos Colegios, el nivel cultural de la población de Lagos alcanzó gran prestigio la generación de alumnos que ha dado brillo a nuestro pueblo, salió de esas aulas.

Al tomar el Gobierno, bajo su custodia, los bienes de la fundación, vino una situación difícil que después de mil vicisitudes dio término al capital y sólo dejó de estos planteles un montón de ruinas. En 1935, lamentablemente para celebrar el centenario de la donación Don Miguel Leandro Guerra, se cerraron definitivamente las puertas del plantel. Sin embargo, en el corazón de los laguenses quedará imborrable el nombre del benefactor que durante el siglo XIX y parte del XX formó brillantes generaciones de laguenses soñando con un Lagos mejor.

Fuente: http://www.lagosdemoreno.com.mx/pres/Archis/Miguel_leandro_guerra.htm

23 marzo, 2018

El Tranvía de Lagos.


Tal vez pocos ancianos de venerable presencia se acuerden del Tranvía que antaño hacía su recorrido del frente del Templo Parroquial de la Asunción a la Estación del Ferrocarril, sobre rieles y tirado por mulas. Aquel tranvía de invierno con sus cortinas y lámparas de petróleo como alumbrado jalando sus plataformas.

Posiblemente haya quienes conocieron a D. Benjamín Zermeño quien estuvo al frente de la empresa y que al morir se la dejó a Da. Rebeca Zermeño de Maldonado. Fueron muchas las personas que allí prestaron sus servicios: D. Cuco Ávalos Jiménez; D. Diego Hernández; D. José María Macías, D. Ramón B. Reyes, conocido como “El Ipiranga”; D. Pantaleón Jiménez; D. Pancho Gómez y D. Hilarión, El Gûero Villalobos.

Esta empresa nació en la penúltima década del Siglo XIX como urgente necesidad a la llegada del Ferrocarril Central a Lagos; con lo que la población quedaba unida a la Capital de la República y la frontera Norte con Estados Unidos.

Fueron promotores y socios para la instalación de este importante servicio en aras del progreso laguense, cuyo nombre original fue “Tranvía Central de Lagos”, D José Rincón Gallardo y D. Camilo Anaya; hombres de empresa y con inquietudes de futuro para este lugar; quienes solicitaron al Congreso del Estado, la LICENCIA para la instalación y explotación de este servicio, con las siguientes consideraciones:

“1º.- Exención de los derechos que cause la introducción del material que se necesite para la construcción del Ferrocarril Urbano de Lagos.

2º .- Exención durante cincuenta años de toda clase de contribuciones establecidas o por establecerse por su explotación.”

Dado que la solicitud de la realización del proyecto mencionado apoyaba el desarrollo económico que se vislumbraba por doquiera, la H. Comisión de Hacienda encargada para estudiar la pretensión de los solicitantes, careció de discusiones, dando su aprobación a través del Decreto siguiente:

“Francisco Tolentino
GOBERNADOR CONSTITUCIONAL DEL ESTADO DE JALISCO, A LOS HABITANTES DEL MISMO, HAGO SABER:

Que por la Secretaría de la Legislatura se me han comunicado los siguientes decretos:

“Núm. 15. ---El Congreso del Estado, decreta:
ARTÍCULO ÚNICO. Se adopta para el Estado de Jalisco el “Código Civil del Distrito Federal” y comenzará a regir el 16 de Septiembre del corriente año.
Salón de sesiones del Congreso del Estado. Guadalajara, abril 24 de 1883.---Joaquín Martiarena, diputado vicepresidente.---Ventura Gómez Alatorre, diputado secretario.---Antonio Monroy, diputado prosecretario.”
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“Num. 16.- El Congreso del Estado, decreta:

Art. 1º. Se autoriza a la Compañía denominada “Tranvía Central de Lagos” para que introduzca libre de derechos todo el material fijo y rodante que necesite para la construcción de un Ferrocarril del Centro de aquella población, a la estación del “Central.”

Art. 2º. Esta Compañía está exenta de toda clase de contribuciones establecidas y por establecerse, por término de veinte años.

Art. 3º. Se aprueban los Estatutos y tarifa que bajo los legajos nums. 2 y 3 quedan agregados al expediente respectivo.

Salón de sesiones del Congreso Del Estado. Guadalajara, Abril 24 de 1883.- Joaquín Martiarena, diputado vice-presidente.- Ventura Gómez Alatrorre, diputado secretario.- Antonio Monroy, diputado pro-secretario.”

Por lo tanto, mando de impriman, publiquen, circulen y se les dé el debido cumplimiento. Palacio de Gobierno del Estado. Guadalajara, Abril 30 de 1883.
Francisco Tolentino. Mariano Coronado, secretario.”

El Tranvía tenía frente al templo de Nuestra Señora de la Luz un cambio de vía; y muchas veces, cuando no traía pasajes suficientes, de allí se regresaba.

¿Cuánto cobraba por sus servicios?

Cuando recién lo instalaron, estas fueron las tarifas:
En horas ordinarias cobraban por todo el trayecto, seis centavos; y por mitad del mismo, tres. Por servicio de algún bulto en la plataforma, un centavo y según el espacio que ocupara, hasta tres. En horario extraordinario, porque había familias o señoritos que los fines de semana, subían algún músico o grupo de cuerdas y se iban a pasar la tarde y parte de la noche a la Estación, entonces cobraban el doble o según el tiempo que necesitaran el servicio. Los niños menores que no ocupaban asiento no pagaban. Las mercancías de las tiendas, por bultos hasta de cien kilos, pagaban hasta noventa y seis centavos.

Ya en el Siglo XX pasada la etapa revolucionaria, se cobraban diez centavos por pasaje. Este servicio de comunicación urbana laguense dio servicio poco más de cincuenta años, pues se suspendió en la década de los años treintas.

Fuente: Profr. Ezequiel Hernández Lugo.

19 marzo, 2018

Monedas de Lagos de 1808.


Las monedas, de las cuales existen varios ejemplos, fueron emitidas el año de 1808 por el Ayuntamiento de Lagos del cual formaba parte Don Pedro Moreno pues él era uno de los alcaldes del cabildo de Santa María de los Lagos. Estas monedas son realmente interesantes porque, además del momento histórico en el cual aparecieron, son testimonio de:

Si te das cuenta, en ellas aparece el escudo de Lagos lo cual demuestra que Lagos tiene este escudo desde la época colonial.

Son, muy interesantes porque luego de la invasión a España de las tropas napoleónicas, de la abdicación de Carlos IV en favor del príncipe heredero, del ascenso de éste al trono con el nombre de Fernando VII y de la prisión en Francia de los monarcas y de la familia real por órdenes de Napoleón, el trono quedó vacante y los cabildos de la Nueva España y del resto de las colonias hispánicas, hicieron jura de fidelidad al soberano prisionero, para ello, en los centros mineros fueron emitidas monedas conmemorativas de tales acontecimientos. El cabildo de Lagos, sorprendentemente, sin ser centro minero, ordenó la emisión también de una moneda similiar. Tal vez fueron acuñadas en Guanajuato que, además de ser centro minero, tenía casa de moneda o, en su defecto, en Zacatecas, pero, repito, sin ser Lagos una de las poblaciones más importantes del virreinato, se puso a la altura de las que sí lo eran con esta emisión.

10 marzo, 2018

Leyenda el Callejón del Ratón.



En el bullanguero barrio de San Felipe, están un casi olvidado callejón al que desde el siglo pasado lo han llamado del “Ratón”. Son unas cuantas casas las que tienen sus puertas para dicho callejoncito, pero a pesar de su poca dimensión, tiene un lugar en las tradiciones y leyendas del barrio felipense.

Doña Luisa Jaime vivió muchos años en la esquina que hacen las calles Victoria y López Rayón, por lo que era muy conocedora de todo lo que concernía a esa porción de casas del llamado “barrio abajo”. De ella oímos hace años la increíble historia del famoso Callejón del Ratón.

En él vivió a fines del siglo pasado un “charamusquero”, de nombre Francisco Pérez, quien tenía merecida fama de hacer las más sabrosas golosinas de dulce de cuantos las trabajan en el Lagos de ese tiempo. Las “trompadas”, los “bocadillos”, las “pepitorias” y las ya mencionadas “charamuscas” que salían de su humilde dulcería eran muy apreciadas por todos los habitantes.

Trabajaba el dulce en una de esa cocinas antiguas que tenía fogón de campana, y en lugar de las actuales vitrinas donde las amas de casa guardan sus vajillas tenía unos altos bancos de material que usaban para guardar los bonitos platos que venían de Aguascalientes y las cazuelas de la Villita.

Cierto día se encontraba don Pancho Pérez ejerciendo su dulce oficio ,confeccionando las retorcidas charamuscas, que terminaban en ambos lados en bolitas que aprisionaban un coco de aceite. Dichas golosinas le daban a don pancho mucha fama pero muy poco dinero. Su precio era un centavote de aquellos que mandó acuñar don Porfirio Díaz, cuyo diámetro casi era igual al de las actuales monedas de cien pesos. Al volver don Pancho su mirada hacia un rincón de la cocina, miró que caminaba una parda motita sobre los rojos ladrillos del piso. Era un ratoncillo que con inocentes ojitos, brillantes como cuentas de chaquira, miraba de hito en hito al viejo charamusquero. Don Pacho, que era de buen natural, lejos de incomodarse, le tiró pequeñas menuzas del dulce que trabaja, las que el roedor comía confiadamente. Una vez que sació su hambre el ratoncito, se fue a su buhardilla, que estaba en el desconchado “apoyo” que sostenía el fogón. A partir de ese día, diariamente salía a la misma hora el roedor, al que cada vez miraba don Pancho más desarrollado.

Pero alguien le dijo con razón que la dicha no es eterna. Y para mal del ratoncillo, las nietas del dulcero hicieron para el día de finados, “condoches” y tamales, golosinas que gustaban a don Francisco, quien comió como desesperado y los resultados fueron desastrosos para el goloso dulcero.

Sus nietas llevaron a la curandera del barrio, quien con mucha seriedad dictaminó que el tragón de don Francisco tenía “latido”, con peligro de convertirse en “postema”, por lo que el caso era de suma gravedad. Por lo pronto lo pellejeó y le dio un bebedizo que empeoró al enfermo, cobró dos reales de honorarios y se fue muy circunspecta, no sin amenazar con presentarse tres días después a ver cómo seguía el enfermo.

Los días pasaban y don Pancho empeoraba, pese a las pócimas y tizanas que doña Agapita, la curandera, le administraba puntualmente. Los recursos económicos de la familia menguaban en forma alarmante. Primero vendieron unos pollos capones que tenían destinados para hacerlos en mole de olla en el santo del abuelo, luego un charamusquero amigo de don Pancho le compró las “cabritas” en que éste vendía sus dulces. Al agotarse los pocos centavos que había en casa, las nietas se fueron con las vecinas a ayudarles en sus quehaceres para que les dieran de comer y llevar algo para su abuelo.

Don Francisco pasaba sus últimas horas sentado en medio de la amplia cocina donde antes trabajaba. Un día apareció el ratón y sin recelo se acercó al enfermo. Se levantó sobre sus patas traseras y con sus brillantes ojitos parecía decir algo a su benefactor. Este por su parte decía con quejumbrosa voz:

- Pobre amigo, qué he de darte, si yo estoy tan en ayunas que todavía puedo comulgar a esta hora. La mala enfermedad que padezco no me deja trabajar. Ya vendí lo que pude de mi ajuar y sólo me queda la Dolorosa, que fue de mi difunta esposa. Pero Dios me libre de venderla. Eso sería un pecado, como el de Judas; prefiero no comer que venderla.

Cuando el hombre dejó de hablar, el animalejo se fue a su buhardilla. El enfermo lo siguió con sus ojos vidriosos y tristes. Aún no apartaba la mirada del lugar cuando empezó a salir caliche y tierra, y entre el polvo salió rodando un tostón de plata que rebotó en el ladrillo del piso con un argentino sonar de campanitas. Poco faltó para que don Pancho cayera desmayado. Con trabajo se llegó hasta donde estaba la moneda, la tomó en su temblorosa mano y por un momento creyó estar soñando, pero el tintineo de la moneda lo volvió a la realidad y con ansia esperó la llegada de sus nietas para enterarlas de tan afortunado acontecimiento, que les permitiría vivir una semana.

Varias veces se repitió el sorprendente caso, pero, a pesar de ello, don Francisco empeoraba y la curandera del barrio se desesperaba al ver que sus tizanas no surtían ninguna benéfica acción en el organismo del antes optimista dulcero, quien por fin murió. Pero antes contó a sus admiradas nietas el curioso caso, por lo que ellas, al volver del panteón de inhumar el cuerpo de su abuelito, lo primero que hicieron fue escarbar el lugar donde vivía el dadivoso roedor, el que al oír los golpes de la barreta que amenazaba con destruir sus vivienda salió entre escombros y huyó a un lugar más seguro.

Cuenta la leyenda que en vano buscaron las ambiciosas jóvenes el tesoro que su fantasía les ofrecía como seguro.

Texto de Don Jesús Martínez Ramírez.

08 marzo, 2018

Extracto de Cuartetos de Francisco González Léon

Hay algo que vuela

y algo que se esconde.

Y en estos instantes

que el tiempo alargó,

callan dos silencios

y hablan dos rumores:

el gato y el grillo;

las sombras,

y yo.

28 febrero, 2018

San Hermión Mártir.



San Hermión Mártir, cuyo cuerpo incorrupto de más de 1,700 años, se venera en el templo parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, fue un soldado romano que se enamoro de una bella cristiana y quien lo convirtió al cristianismo. Descubierto por sus compañeros de armas, fue victima de la persecución contra seguidores del mensaje de Jesucristo donde tras denunciarlo a sus jefes quienes de inmediato ordenaron su captura y prisión. Fue martirizado en la época de la persecución del emperador romano Dioclesiano en el año 303. Fue sepultado en las catacumbas de Santa Ciriaca, dentro del sepulcro estaba el nombre del Santo y la copa con su sangre (que también esta con la reliquia ).

El documento del ILMO., Señor Cristiani donde consta la autenticidad de la reliquia y la donación a esta Parroquia esta firmada el 7 de abril de 1790.

La petición para la donación de su cuerpo incorrupto fue hecha por el ilustre y sabio sacerdote jesuita que desde niño vivió en Lagos, Pedro José Márquez Ochoa y fue donado por el Papa Pío VI el 7 de abril de 1970 y fue recibido el 12 de julio de 1971. El 20 de mayo de 1792, es decir, un año más tarde a su entrega, el Obispo Fray Antonio Alcalde concedió su celebración cada 28 de febrero. 

El traslado se hizo colocando el cuerpo del santo, reconstruido y encerado, en una urna que fue sellada por el ILMO, Señor Cristiani y fue recogido en el Puerto de Veracruz y conducido a este lugar (Lagos).

Una crónica señala que su arribo a la Villa de Lagos una terrible peste asolaba a la población y con tanta fuerza, que no habría cuadra que no hubiera algunos apestados, que diariamente no se vistieran de luto. Y se cuenta que desde que el Santo Mártir llegó a la Villa desapareció la epidemia que tenia diezmado al pueblo laguense.

Desde el 12 de junio de ese año se encuentra a la expectación pública en el Templo Parroquial de Nuestra Señora de la Asunción. Una reliquia excepcional, lo es, sin duda, San Hermión. 

Fuente: San Hermión el Soldado Mártir Datos Históricos: Publicación de la Parroquia de la Asunción, Lagos de Moreno, Jal. 

Agustín Rivera y Sanromán (1era de 3 partes).

Agustín Rivera y Sanromán fue un culto sacerdote, historiador, orador y destacado filósofo, nació en Lagos de Moreno, el 29 de Febrero de 1824.

Fue su padre el teniente Pedro Rivera un español de los batallones de Navarra y Barcelona, combatiente en las fuerzas realistas contra los insurgentes y uno de los oficiales sitiadores de la fortaleza del Sombrero; nacido en Chiclana de la Frontera, Andalucía, había llegado a América con las tropas monárquicas enviadas al Nuevo Mundo a sofocar la rebelión independentista.

La madre del infante Agustín, Eustacia Sanromán y Padilla, pertenecía a una de las más rancias y distinguidas familias laguenses a principios del siglo XVIII.

Cuando se menciona el nombre del presbítero y doctor Agustín Rivera, invariablemente viene a la mente su importante y valiosa obra como historiador, polemista, filósofo, apologista, orador, humanista, biógrafo, gramático, etc. Prácticamente no hubo campo de las letras que no fuera explorado por este preclaro laguense, sólo no incursionó en el género novelesco y menos aún en las llamdas novelas históricas hacia las cuales manifestó un absoluto desprecio: “Las novelas históricas son más perjudiciales que las de pura fantasía porque causan la confusión en los entendimientos, no sabiéndose si el hecho fue verdadero o no es más que una invención del autor y producen una instrucción histórica bastarda, llenando las cabezas de hechos falsos que muchos y muchas creen verdaderos...¿Para qué son novelas históricas cuando la historia tiene por sí misma un grande interés, sublimidad, belleza y amenidad?”.

Sin embargo, siempre manifestó su gusto y admiración por la poesía y, gran conocedor de ella, sobre todo la clásica grecolatina, la de los Siglos de Oro españoles y la mexicana del siglo XIX, encontramos muchas pruebas de su conocimiento en los juicios emitidos sobre poesía en varias de sus obras. 

Hizo sus primeros estudios en el lugar de su nacimiento, en una escuelita a cargo de Merced Gomez. Observando sus familiares que era un talento y que estaba dotado de gran aficion al estudio, resolvieron enviarlo a seguir carrera al seminario de Morelia, a cuyo lugar lo condujo el Padre Portugal. Ingreso al seminario en 1834 al 10 de marzo de 1837, después de esta fecha, su padre ya no pudo pagar el Seminario. Agustín tuvo que regresar a Lagos de Moreno, al mes siguiente (9 de abril de 1837), muere su padre.De abril a agosto de 1837 Agustín estudió en el Convento de la Merced de Lagos de Moreno.

El 18 de octubre de 1838 Rivera entró al Seminario Conciliar de Guadalajara, fue un excelente estudiante en todas las materias que iba cursando con mención honorífica.
Don Agustín se recibió como abogado el 20 de Enero de 1848 y el 23 de Abril de 1848 recibió las ordenes sacerdotales siendo ya catedrático de Minimos y al poco tiempo en 1852 se borlo de Doctor en Derecho por la Universidad de Guadalajara, designandosele catedrático de segundo año de latinidad; posteriormente ocupo la cátedra de filosofía, y finalmente se le promovió a la de Derecho Civil en el Colegio Seminario, cátedra que desempeño durante nueve años. El Obispo Diego Aranda y Carpinteiro, lo nombro segundo promotor fiscal de la Curia Eclesiástica y al poco tiempo paso a primero.Del 28 de agosto al 12 de octubre de 1850, fue Cura encargado en Toluquilla.

Por sus ideas liberales el 19 de Julio de 1859, durante la Guerra de Reforma, el Padre Rivera Sanromán, fue acusado de apoyar la causa liberal ante el obispo Pedro Espinosa, obligándolo a separarse de la curia de Guadalajara.

A partir de abril de 1861 hasta noviembre de 1866, fue capellán de la hacienda Salto de Zurita, propiedad de su tío y protector el Lic. Cástulo Sanromán Padilla.

En este retiro o exilio aplicado por la curia eclesiástica de Guadalajara, donde el pare Rivera inicia formalmente su carrera de escritor público y se imprime el 26 de Julio de 1864 lo que hasta ahora está documentado como el primer libro impreso en Lagos de Moreno titulado: “Cuadro Sinóptico de los Hombres i Hechos más celebres de la historia moderna”.  

En 1867 el Padre Rivera Viajo a Europa no sin antes vender su primer biblioteca particular para solventar los gastos y ahí escribiría e imprimiría su Visita a Londres. El 12 de Enero de 1869 el arzobispo de Guadalajara Loza y Pardave nombra al Dr. Rivera, como capellán del templo del convento de religiosas Capuchinas, cargo que ocupó hasta 1883.

Hasta ese tiempo habia editado las siguientes obras: "Elementos de Gramatica Castellana", "Breve tratado de Delitos y Penas", "Mi Visita a Londres", "Cartas Sobre Roma", "Compendio de Historia de Grecia", "Compendio de Historia de Roma", " La filosofía en la Nueva Espana", "Principios Criticos Sobre el Virreinato y la Guerra de Independencia", y "Anales de la Reforma y el Segundo Imperio"; ademas fue autor de un numerosisimo acervo de sermones, polemicas, cartas, etc.


Fuentes: Archivo Histórico de Lagos de Moreno , Jal, y Lic. Rogelio López Espinoza, cronista colegiado de Lagos de Moreno y de la Región Altos de Jalisco. 

24 febrero, 2018

Don Teódulo Ortiz Martínez

Don Teódulo Ortiz Martínez nació en Lagos de Moreno, Jalisco, el 17 de Febrero de 1898, siendo sus Padres Antonio Ortiz y Dionisia Martínez, quienes también procrearon a Miguel, Ernesto, José Refugio, Andrés y María Porfiria.

Don Antonio su padre al igual que su abuelo Eduardo Ortiz vivieron en una finca amplia muy cerca del panteón municipal, anteriormente Don Eduardo vivió en San Miguel de Buenavista, ambos se dedicaron durante muchos años al comercio ambulante de mercería y artículos religiosos, aunque en los últimos tiempos de Don Eduardo se establecieron por motivo de que éste ya no quería vender en las ferias de San Luis Potosí, San Juan de los Lagos, San Felipe Torres Mochas, León y Aguascalientes, lugares a donde se desplazaban llevando a vender también sendos rollos de manta y calicot.

Don Teódulo quien curso hasta el segundo año de primaria en una escuela particular que había en la ciudad de un sacerdote Pbro. Nicolás Alba Rodríguez. Tuvo que dejar de estudiar por los tiempos difíciles y faltaba dinero en su casa, así que para ayudarlos se puso a trabajar al lado de su papá y su abuelo desde antes de los 12 años. Más tarde se independizó en el mismo ramo de mercería en uno de los estanquillos que estaban por el lado de afuera del mercado grande. En esa época adoptó otra actividad aparte de la de comerciante al darse cuenta de que mucha gente que iba a comprar al mercado pagaba en oro y los comerciantes no tenían plata suficiente para dar el cambio, por lo que diario se iba en tren a León con un veliz en donde traía monedas de plata que le proporcionaba un señor de apellido Montes de Oca. A su llegada a Lagos ya había gente esperándolo para hacer el cambio de monedas de oro por plata y llego a ser ese trabajo muy fatigoso por el viaje diario y la demanda, que de tarde en tarde cerraba su estanquillo y se iba a descansar a la calzada, sólo que cuando la gente se dio cuenta hasta allá lo seguían buscando.

El tiempo que hizo las veces de una “Casa de cambio" se terminó cuando hubo una corresponsalía del Banco Nacional de México por la Calle Agustín Rivera, domicilio del encargado Don Atalo Montoya Peña.

Cuando Don Teódulo estuvo en condiciones de hacer sus ahorros se cambió de estanquillo a la Calle Hidalgo; en donde ahora está el negocio llamado “El Bodegon”. También comenzaron sus viajes a la Ciudad de México para comprar mercería de importación como encajes franceses, botones austriacos y tiras bordadas españolas entre otras cosas que vendía como pan caliente, ya que en esos años los vestidos de las damas y los trajes de los caballeros eran hechura de costureras y sastres. Así mismo hizo contacto con el señor Harry Steel persona que más tarde fue el gerente general de H. Steel y Cia, que empezaba a traer de Suiza a México los relojes Steelco y Haste.

Su hijo el Ing. Salvador Ortiz Larios compartió una lección de Don Teódulo en los años 28-30, sobre Mercadotecnia para épocas de crisis. “Las crisis económicas no son exclusivas de nuestra época, también se presentaron en el pasado cuando, se conjugaron las condiciones propicias; nuestro país estaba restañando las heridas producidas por el movimiento social armado, cundo se produjo la crisis financiera y el derrumbe de la bolsa de Nueva York,  que lógicamente tuvo amplia repercusión en nuestro medio, sus efectos no tardaron en manifestarse: desconfianza, contracción del mercado y quiebras al por mayor. La tienda de Don Teódulo Ortiz, mi padre, no podía ser la excepción, las ventas se desplomaron.. Ante aquella negra expectativa, tomo una resolución, después de meditarla durante algún tiempo; comprar un automóvil nuevo, llenarlo de mercancías y recorrer haciendas y pequeñas poblaciones cercanas a Lagos de Moreno, mientras mi tía Chacha y una empleada se quedaban a cargo de la tienda. Primero a los Pueblos, luego a los Ranchos, llegaba a la Hacienda “elegida” y se presentaba con el “Amo”—Así les llamaban entonces a los sueños de estas—llevándole algún pequeño regalo y le hacía saber de sus intenciones. Normalmente era invitado a la mesa del Amo; durante la sobremesa, solicitaba la autorización para instalar su comercio negociaba el porcentaje sobre las ventas e indagaba con sutileza, si había allí, sujetos a crédito. Procedía después a instalar su improvisada tienda, mientras se corría la voz, en la ranchería; colocando siempre en primer plano las mercancías más vistosas y novedosas. La venta siempre correspondía al despliegue de esfuerzo y habilidades propias, pero quedaba algo por realizar, entonces la colocaba a crédito con aquellos rancheros cuya solvencia ya había sido comprobada. “Los más duros para comprar son siempre los mejores para pagar”. Finalmente se dirigía al Amo, para darle las gracias, entregarle el porcentaje convenido y “venderle”, previo descuento, todos los créditos otorgados y así convertía en dinero “constante y sonante” todo lo que había fijado esa jornada. Volvía a Lagos de Moreno, con su Buick vacío, el bolsillo lleno y durante el trayecto de regreso, iba haciendo sus cuentas—“Vendí tanto, restando el abono del carro, costo de la mercancía, gastos de viaje, comisiones y descuentos, me queda una utilidad de tanto mas cuanto.”

En la primera mitad del Siglo XX compro una casa que estaba a un lado de lo que fue propiedad de Don Heliodoro Alba sobre la Calle Hidalgo, misma que modifico para establecerse, y un poco más tarde también la finca de Don Heliodoro, quedando su negocio llamado “El Paje” después de varios arreglos con su fisonomía actual en Calle Hidalgo 416, en donde cumple 99 años de establecido y con una trayectoria exitosa ya que además de ser distribuidores de la fábrica de loza “El Anfora” y de “Colgate Palmolive” en Encarnación de Díaz, Unión de San Antonio y El Cuarenta, también en la tienda había muchas cosas interesantes que solo allí se encontraban como finos casimires, trajes completos, chamarras de lana y cuero, gabardinas, trajes de baño, suéteres, abrigos, joyería de oro, así como extenso surtido de juguetes, cristalería, porcelana fina, cubiertos de plata y acero inoxidable, televisores, radios, etcétera, mismos que llegaron a ser durante varias décadas los primeros en la venta de merecería, ropa y novedades.

 Refiere su hija Amparo tiene la satisfacción que su papá fue considerado como un hombre responsable, honrado y cumplido (entre otras negociaciones) por varias empresas como son la fábrica Manchester de Monterrey en donde incluso en la actualidad son de los clientes principales y de H. Steel y Cia. De México, cuyos dueños distinguieron a Don Teódulo con una confianza sin límites, siendo también el que con una confianza sin límites, siendo también el que fue quien vendido el primer radio en Lagos de Moreno marca Philco. 

Se casó en primeras nupcias con Luz Ma. Larios hija de Don Leonardo Larios Paz, con quien procreó a José Teódulo, Salvador y Eduardo, de los cuales sobrevivió únicamente Salvador, ya que al morir la Señora Luz María, Eduardo fue contagiado por la nodriza de la tos ferina que tenía su hijo y murió muy pequeño. José Teódulo falleció a los 8 años de fiebre tifoidea cuatro meses después de que hizo la Primera Comunión. Quienes lo conocieron dicen que fue una corta vida llena de testimonios de bondad y de amor a Dios y la Eucaristía. Su segunda esposa fue Mercedes Pérez Casillas oriunda de León, Guanajuato y prima de su primera esposa. El matrimonio se celebró en el Templo de El Refugio en el año de 1935 y sus hijos fueron Jorge (+), Amparo, Francisco Javier, Enrique, Alfredo, Alfonso, Raúl, Fray José (+), María Dolores, Rubén, Alicia, Ana Rosa y Leticia. Todos conocieron y ayudaron en el negocio solo que no todos tuvieron la vocación de comerciantes siendo estos últimos excepto Jorge – quien incluso tuvo la mueblería Tepeyac, Amparo – su brazo derecho- Raúl, Maria Dolores, Ana y Leticia.

 Cabe mencionar que la Señora Mercedes era hija del Señor Francisco Pérez Larios hermano de Leonardo y Alfonso Pérez Larios, el primero Mártir de la época Cristera recientemente Beatificado y el segundo, religioso de los Misioneros del Espíritu Santo, actualmente en proceso de beatificación.      

Otro hecho singular de la familia es que desde hace 231 años desde en vida de Don Eduardo Ortiz, se hace una fiesta a la Divina Providencia el día 1 de Enero de cada año, que él en su domicilio en San Miguel Buenavista, mandaba decir una misa por la mañana y por la tarde el rezo del Santo Rosario”.
La Razón fundamental de celebrar a la Divina Providencia explicaba Fray José Ortiz Pérez (+) de la Orden Mercedaria, es “Dios que bendice el trabajo del hombre, el trabajo no es un castigo, sino, una bendición. Ya que Dios encomendó a sus hijos cuidar de la tierra”. De inicio y durante el año le pedimos que nos otorgue casa, vestido y sustento, al finalizar el año le agradecemos todos los favores y gracias que recibimos durante el mismo, por lo cuál es motivo de realizarle su fiesta en su honor, en donde le damos gracias por todos los favores recibidos, en base a lo anterior, la Familia Ortiz Pérez en Lagos de Moreno, ha seguido una tradición que viene del año de 1787.

De padres a hijos se mantiene la tradición, ya que para la Iglesia Católica, es buen punto de partida para mantener viva nuestra fe. Es así que toman la estafeta de esta bella tradición el Sr. Antonio Ortiz y Dña. Dionisia Martínez que tenían su domicilio por el barrio del panteón, quienes se hicieron llegar un cuadro pintado con la imagen de la Divina Providencia, en 1885, no sabiendo hasta hoy día quien fue el autor del referido cuadro. “La Sra Dionisia nuestra abuela nos dejó muy en claro que a quien le quede esta imagen, tendrá la consigna de celebrar la fiesta cada primero de enero, una fiesta con su Celebración Eucarística por la mañana y la celebración solmene del Santo Rosario”.

Dn. Teódulo Ortiz siguió la tradición de sus ancestros y en compañía de su esposa Mercedes Pérez y sus catorce hijos hasta 1967, fecha en que fallece Dn.Teódulo, realizaban en los últimos días de cada año los preparativos de la fiesta, lo primero era el arreglo del oratorio que en su domicilio se tenía y el cual siguen teniendo sus hijos, el arreglo consistía en las telas que adornarían el altar, las flores que lucirían en sus respectivos floreros, la limpieza de los candeleros para las velas que iluminarían alrededor del altar, la limpieza de los dos ángeles que acompañan a la imagen de la Divina Providencia, el Cristo a los pies de la imagen sobre el altar y sin faltar el mantel del altar, otros elementos eran la contratación de los juegos pirotécnicos que se quemarían, entre los cuales destacaba el castillo y los cohetes que al final de la quema del castillo iluminarían el cielo en una exaltación de alegría por tener presente a la Divina Providencia, otro de los preparativos era la música que acompañaría desde la aurora de la mañana con el saludo de las notas musicales de las mañanitas y por la tarde seguía amenizando hasta la quema del castillo, entre las orquestas y grupos musicales se recuerda la del Maestro Francisco Aguilera que con un grupo de muchachos hacían el regocijo de grandes y chicos con sus notas musicales, Cabe destacar también la participación del Maestro Rodrigo Rodríguez “El de la Charanga” con su órgano melódico amenizando la fiesta. Cabe destacar actualmente ya por varios años con la presencia del estupendo popular grupo los Classic's Five deleitando y complaciendo a todos los presentes.


Don Teódulo desapareció el 30 de Abril de 1967, era alto de complexión gruesa, de aspecto jovial y bonachón, labios delgados de pronta sonrisa, siempre impecablemente vestido, con trajes completos de casimir con gran sentido del humor. Tenía un sitio privilegiado en el grupo de amigos que frecuentaba, quien reía de muy buena gana al recordar el gran sentido del humor y las genialidades que Don Teódulo se permitía con las personas de su confianza.  

Fuentes: Archivo Histórico Familia Ortiz Pérez
La Lección de Mercadotecnia de mi Padre por el Ing. Salvador Ortiz Larios 1988.
Boletín número 72 del Archivo Histórico Municipal, Así fueron ellos por Ma. Del Refugio Hernández Martín.

19 febrero, 2018

Fundación del Pueblo de Moya.

Se celebran 309 años de la fundación del poblado tlaxcalteca de Nuestra Señora de Moya.

“La fecha de fundación del Pueblo de Moya es el 19 de febrero de 1709”.

 Es el P. Agustín Rivera, notable polígrafo, latinista, historiador y polemista, quien por vez primera se ocupa del Pueblo de Moya, al hacer la siguiente anotación en la obra: “Plan de los Anales de Lagos”:

“1709. Febrero 19. Fundación del pueblo de indios de Moya un cuarto de legua de la Villa y que hoy forma el cuartel de la ciudad. Bastantes familias tlaxcaltecas, descendientes de D. Sebastián Hernández del Águila, cacique tlaxcalteca que sirvió a Hernán Cortés en la Conquista. Vinieron    a formar una colonia en el pueblo de Apaseo, situado entre Querétaro i Celaya, y  que era una de las fronteras de los chichimecas.Probablemente esto pasó en los  últimos años del siglo XVI, siendo Virrey D. Luis de Velasco, hijo. En el siglo XVII algunos de estos tlaxcaltecas avecindados en Apaseo, vinieron a servir como jornaleros a  la Hacienda de Moya,
situada como a una legua de la Villa, y trajeron consigo una imagen de escultura de la Inmaculada Concepción que desde entonces se ha llamado Nuestra Señora de Moya. En 1696 estos tlaxcaltecas, de los que el principal era D. Diego Hernández del Águila, no pudiendo sufrir las vejaciones de D. Miguel Ortiz de Vidaurre, dueño de la Hacienda de Moya, en número de treinta familias, se trasladaron a una tierra real en la que solicitaron y obtuvieron legalmente. Allí fabricaron sus chozas, cultivó cada una un pequeño campo y construyeron una ermita en la que colocaron la Imagen de Nuestra Señora de Moya. Dicha tierra realenga en el mismo lugaren que hoy está el Pueblo, y la Imagen es la misma, aunque retocada. Luego solicitaron de la Audiencia, licencia para formar un pueblo, con sus respectivas autoridades, y la obtuvieron el 19 de febrero de 1709. Después construyeron el templo actual, que antes tenía el techo de vigas y hoy es de bóvedas”.

Fuente: Ezequiel Hernández Lugo.